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por aquí ando, por el famoso trecho del dicho al hecho, que es lo más parecido a un cuento.
Mi madre dice que desde pequeña mis excusas siempre tuvieron inicio, nudo y desenlace.
Recuerdo que se sentaba antes de preguntarme cómo me había ido el día porque sabía que iba para largo, raro sería que no hubiese tenido tres pruebas que superar.
Dice que siempre iba despeinada de tanto ir a robarle palabras al viento.
Y asegura que tardé 30 años en darme cuenta de lo que todo el mundo ya sabía; que era una cuenta cuentos.
Así lo relata ella, pero yo creo que no hace falta exagerar y que a pesar de lo que dicen las malas lenguas, debajo del agua sí callo.
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